Superman, ese héroe que con setenta y cinco años ha sido
siempre el más complicado de adaptar. Allá por 1978 Richard Donner mostró una
valiente historia, a la par que entretenida y eficaz. Pocos sabían que le
seguirían otras cuatro películas más y una serie de lo más mediocre. Entonces
Zack Snyder (sobrevalorado por algunos y vapuleado por otros) se sentó con el
dios todopoderoso y eterno, Christopher Nolan y se dispusieron a crear una
nueva versión del héroe de Kripton, el más poderoso superhéroe de todos los
cómics jamás creados. Las respetables 300 y Watchmen eran currículo suficiente,
a mi juicio, para dar luz verde a un proyecto titánico.
Clark Kent (Henry Cavill) es un joven que posee poderes
sobrehumanos. Cuando era un bebé fue enviado a la Tierra desde Krypton, un
lejano planeta muy avanzado tecnológicamente. Educado en los valores de sus
padres adoptivos, Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner), llega a
la conclusión de que esos poderes le exigen grandes responsabilidades, y no
duda entonces en transformarse en Superman, para proteger no sólo a los que
quiere, sino también para representar una esperanza para el mundo.
Me crié visionando una serie japonesa de dibujos animados
llamada Bola de Dragón, donde sus personajes resolvían de la manera más sutil
sus conflictos, en combates cuerpo a cuerpo con superpoderes, rayos y
retruécanos. Con esa base puedo decir que Superman es la primera película de
acción real, tan perfecta en ese campo, que se convierte en algo espectacular,
intenso y sobrecogedor. Lo que vemos es completa destrucción, si nos fijamos en
las últimas épocas de Superman, la destrucción lo inundaba todo.
La banda sonora supone un portento auditivo narrando cada
escena con sorprendentes percusiones, inmenso Hans Zimmer, repetitivo para
algunos pero en su línea para un servidor.
El guión, de Christopher Nolan y David S. Goyer, no está mal
escrito pero a mi juicio cometen un soberano error en lo que respecta al orden
narrativo en la primera parte de la historia: un niño levantando un autobús
justo después de ver cómo el mismo personaje detiene la caída de una plataforma
petrolífera, hacer perder esa intensidad que consiguen aportar en la segunda
mitad de la película con gran espectacularidad, superior incluso a Los
Vengadores.
Admiro la fuerza de la presencia de Kevin Costner y la
enorme intensidad de Russel Crowe en Kripton (relegado a un efímero. pero
estúpido segundo plano en el tramo final). Henry Cavill intenta representar a
un correcto hombre de acero, lo consigue pero no es del todo convincente.
Buena parte del público objetivo busca una ración de
comedia, cosa que yo en parte detesto. Una historia de superhéroes puede ser
trágica, seria e intensa. No necesito un millonetti que farde constantemente o
un prepotente adolescente trepamuros. Para eso vean las películas de Marvel, me
quedo con la seriedad de DC, la cual cuaja muy bien en esta cinta. Lo mejor de
un superhombre es verle caer y gritar de dolor para luego renacer más fuerte.
Un buen villano también influye mucho, nada que no haya aclarado ya en
anteriores críticas, y aquí es más que aceptable, un genocida sin tierra
dispuesto a devastarlo todo.
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